lunes, 1 de diciembre de 2008

Mi monstruo y yo

A los siete años tuve un sueño que me impactó mucho. Fue un sueño premonitor. El sueño era así:
Estábamos en la calle mis padres, mi tía, mis hermanos y yo. Teníamos que elegir quien se quedaba con la tita y quien con mis padres. El resultado fue que mi hermana se iba con mis padres y mi hermano y yo nos íbamos con mi tía. Mi hermano y yo nos montamos en la nave espacial de la tía y ésta nos dejó en la puerta de una casa y se fue. Mi hermano empezó a subir escaleras arriba muy deprisa y yo le gritaba que me esperara. Al llegar arriba, él se había metido por una puerta que daba a una habitación oscura, en la parte derecha. Entonces me tocaba elegir, irme por la derecha que estaba oscuro o irme para la izquierda que había una puerta que daba a una habitación iluminada. Me decidí por la izquierda. Me fui acercando y dentro se respiraba un ambiente familiar, había una lámpara con luz y poco más pude ver porque en ese momento vi una sombra que salía y empezaba a acercarse hacia mi, di un paso atrás y apareció un monstruo. Era muy alto, llevaba puesto un chaleco y en el cuello llevaba una pajarita, tenia la boca muy grande, como de un lobo, con dientes muy largos y grandes, tenía las manos levantadas en posición de ataque y tenía las uñas muy largas, los pies eran muy grandes, también con uñas largas, y tenía una cola de cocodrilo, y el cuerpo como de dragón. Yo sentí mucho miedo, y estaba desconcertada porque creía que había sido una buena opción entrar por ahí, ya que había luz y se respiraba un ambiente familiar... Fui dando pasos atrás y me desperté.
Estuve tres días algo perpleja pensando en el sueño, luego ya lo dejé apartado en un lugar de la cabeza hasta que pudiera entenderlo mejor. Ha sido hace pocos años cuando he llegado a entender el significado del sueño y su relación con mi vida.
Poco antes del sueño, mi padre me había pegado por algo que yo no había hecho, sino que había hecho mi hermano. Eso me dejó muy marcada y por eso seguramente soñé esto.
El sueño es una metáfora de como me he sentido yo en la casa de mis padres...Yo pensé que ya no iba a ser aceptada por como yo era de verdad, pensaba que si de verdad salía todo lo que había dentro de mi, si me expresaba, no me iban a aceptar, así que eso me dio miedo y me hizo comportarme con una máscara delante de mí para que me protegiera, es decir, siempre hacía lo que los demás querían, nunca me expresaba, ni sacaba lo que llevaba dentro y dejaba que pensaran que yo era como ellos querían...es decir, buena, responsable, trabajadora e incluso santa. Mis movimientos o decisiones en la vida de cuando era pequeña hasta los 18 años siempre los hacía porque así podían estar contentos conmigo, me fui a América con esa idea, de transformarme en la persona que ellos querían, liberándome de todo lo que me gustaba, a lo que siempre me había aferrado, que eran mis colecciones y tesoros. Yo tenía varias cajas, tres en concreto que fui creando con todo lo que me gusta, con todo lo que una persona normal necesita en la vida y que yo -pensaba- no podía conseguir hasta ser mayor. Guardaba tesoritos pequeños de lo que me gustaba: un coche, un bolso, espadas, plomo, cosas de metal, chapinas, monedas, sellos, una muñequita pequeña que me representaba a mi, con la que siempre había jugado, y otras cosas bonitas. También en otra caja guardé textos que me podían ayudar en un futuro: Alicia en el país de las maravillas, la niña más tímida del huerto, estrellita, cosas sobre el medio ambiente, la evolución del ser humano, baloncesto, folletos de excursiones. Eran libros que había visto o leído y yo hacía un copiado de ellas o de parte de ellas con los dibujos inclusive y los guardé en la caja, la caja era grande y tenía un espacio preparado para poner el lápiz, bolígrafos, goma, sacapuntas y tijeras, todo eso lo dejé intacto, pensando en un futuro. Siempre pensaba que de mayor eso me podía servir, siempre pensaba lo que me llevaría yo a una isla desierta y eran las cajas de tesoros y el evangelio (esto lo metía por la influencia de mi padre, pero ahora no lo incluyo en mi vida). También tenía una tercera caja con diseños de marcas de pantalón, o de té o de cualquier cosa que me gustara el diseño gráfico de esa publicidad, también lleva otras estampas o fotos de cuadros religiosos (sería como una premonición a lo que me iba a pasar con la religión, y por la influencia de mi padre, que siempre nos leía el evangelio por la noche, rezábamos por la mañana, dando gracias, por la noche, antes de comer, el rosario los sábados, lectura espiritual de vez en cuando y misa los domingos, esto siempre así desde pequeña hasta que luego me metí en el Opus y me salí bastante mal, con lo cual ya no he vuelto a rezar prácticamente nada, y si lo hago quiero que sea de corazón y no por norma impuesta, que me parece muy falso). Pues cuando sentía necesidad de expresarme y sacar lo que llevaba dentro, en vez de hacerlo me escondía en mi habitación y me ponía con mis cajas de tesoros a expresarme de alguna forma pero distinta a la de todo el mundo, allí metí todos mis gustos, sensaciones, pensamientos, deseos, y todo de cara a un futuro mejor en el que me pudiera expresar hacia fuera y poder mostrar todo lo que yo estaba escondiendo en las cajas y otras cosas más.
También me expresaba de otra forma. Cuando mis padres se iban y me quedaba sola en casa, me ponía la música y bailaba, me lo pasaba muy bien sola, o también imitaba canciones y me grababa cantando, aunque esto solo lo hice una vez y lo borré porque no me gustó como me quedaba, pero también tenía esa vena de cantante.
Siempre tenía la idea de escaparme de mi casa, igual que mis hermanos... Queríamos escaparnos y construíamos cabañas de madera, o en casas a medio construir y que estaban paradas o en el campo con ladrillos y otras cosas. Me encantaba hacer cabañas, me lo tomaba muy en serio y pensaba en todo lo necesario para poder vivir bien allí...La que más me gustó fue la que construimos en la casa a medio de construir, que estuvo parada unos años. LLevamos un colchón, hicimos una mesa y sillas con ladrillos, tenía un agujero que daba al piso de abajo por donde hacíamos nuestras necesidades, y yo hice un póster de decoración. Eran dos dragones, parecidos al monstruo que soñé con siete años ( cuando hice la cabaña con mi hermana, unas amigas suyas y yo, tendría unos diez años), pero sin dientes afilados, ni uñas largas, en una posición amistosa, mirándose el uno al otro y sonriendo... eran verdes y con trajes rojos o de otro color, tal y como era en mi sueño, pero mucho más simpáticos. No se qué habrá sido de aquel póster...
Fue el miedo que tenía el que no me dejó expresarme y por lo que me puse esa máscara de protección. Por miedo hice todo lo que quisieron mis padres con la esperanza de que todo cambiara en un futuro. Ya ha llegado ese momento, ya me puedo expresar libremente, ya estoy en camino de conseguir mi sueño... Cuando tenía trece años me saqué el título de mecanografía y siempre que iba de camino a las clases, iba mecanografiando mi sueño: "Hola me llamo Amalia Martí Soler, tengo trece años y me gustaría ser feliz y tener muchos amigos". El sueño tuvo que esperar y he tenido dos crisis muy grandes en mi vida, donde sufrí mucho y lo pasé muy mal, pero de los que saque unas enseñanzas muy buenas y aprendí cosas muy importantes para la vida. He estado esperando porque no podía realizarlo ya que mi vida iba dirigida por el miedo a que me conocieran realmente por si salía el monstruo que llevaba dentro y para que mis padres estuviesen contentos. Me metí al Opus por esa razón, y estuve allí cinco años, del cual el último fue el más duro... ( pero esto ya lo que contado más o menos). Cuando salí del Opus mi decisión de lo que quería era casarme y tener hijos... Pero tampoco era la decisión correcta, seguía intentando interpretar un papel en la vida, que no era el mío y quería seguir escapándome de mi casa.


2 comentarios:

Mariana Castrogiovanni dijo...

Hola preciosa!
Me ha conmovido mucho tu relato, y a la vez me he quedado con una sensación de alegría. Alegría por tí, por haberte amigado con tu monstruo y por tu valentía y tu fortaleza para forjar tu felicidad.

Cariños,
Mariana

Amalia dijo...

Muchas gracias Mariana, si parece que ya voy haciendome algo más amiga de mi monstruo...De hecho lo que antes creía que era un monstruo, al menos incoscientemente, ahora lo veo como algo positivo...Lo que tengo bueno dentro de mi y puedo sacarlo. Antes me daba miedo sacarlo fuera porque creía que no iba a gustar, que me iban a rechazar. Desde que me siento segura exteriormente, también me puedo asegurar interiormente. Y sacar todo lo creativo que hay dentro de mi. Estoy en ello, de realizar todas mis facetas creativas: baile, pintura, canto...
Gracias por escribir un comentario en mi blog y estrenarlo, puedes entrar cuando quieras, espero que te guste.
Besos.
Amalia.