Un amigo de mi marido nos dio la posibilidad de montar a caballo gratis, y sin pensarlo dos veces, acepté, ya que uno de mis sueños de cuando era pequeña fue montar a caballo. Estuve una hora entera encima del caballo, la verdad se me pasó el tiempo volando. Me dijeron las cosas básicas para dirigir al caballo. Llevar la espalda derecha y estar relajada, es decir, no estar hecha un bloque, para acompañar al movimiento del caballo; coger las riendas apoyando en dedo gordo en el nudo y dejando libre el dedo meñique, tirarle con la mano izquierda si quiero ir para la izquierda y tirarle de la derecha si quiero ir a la derecha. También hice un poco de trote, que se le ordena al caballo dándole unas patadas con las piernas, pero yo le daba y no me hacía caso, me dijeron de darle más fuerte y le di más fuerte y varias veces... no me hacía caso, hasta que ella sola, sin mandarselo se pone al trote. Bueno, la profesora estaba ordenando que fuera al trote con un ruido con la boca. Fue divertido, aunque botaba mucho y parecía que me iba a caer. Hay que apretar bien las piertas contra el caballo, hasta la rodilla, para mantener el contacto con él, y por debajo de las rodillas más relajadas pero siempre llevando el control y con el pie en paralelo al suelo. Mi caballo era femenina, se llamaba Bonita, y era la más tranquila y más vieja. Era blanca, los demás caballos eran marrones. La profesora, al final de la clase, nos preguntó si nos animábamos a seguir, yo le dije que la verdad me había gustado mucho y si tuviera dinero me apuntaría. Que si en un futuro nos veíamos mejor de dinero me apuntaba. Le dimos las gracias y nos fuimos. Habían varios niños de nueve años, más o menos, que controlaban muy bien a sus caballos y montaban muy bien. Una de ellas llevaba ya cinco años montando. Lo hacía muy bien, y acompañaba con las caderas al movimiento del caballo, que es como se debe hacer.
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